El valle del silencio

Junto con él, llegaba una tarde de larga caminata al Valle del silencio. Todo alrededor era inmenso verde, rojiza tierra. El buen reparo de una sombra daba aire al cansado caminar, un cañaveral se elevaba altísimo, solitario en el monte; los troncos durmientes de dos árboles descansaban anunciando la cercanía de un caserío.

-Los buenos troncos se ofrecen tranquilos para que el cuerpo repose sobre ellos... y madera y verde.-

El silencio abre espacio al sonido del cañaveral que se mece al compás de la tarde . La tarde viaja serena hacia la noche en un continuo crujir (caña y viento).
El viajero aquí descansa y piensa que ES en todo y se extravía en la nada; con el cuerpo entregado al tronco durmiente se atardece con la caña. Mientras una nube tras otra son surcadas por aves que dibujan remolinos ¿ Será así la forma del viento?
Se deja ver un rancho cercano con su techo montado en palma y un hombre solitario desgasta bajo su sombrero con su cuchillo...una madera o...¿saca algo de la tierra con sus manos? La distancia torna borroso aquel detalle, seguro es un hombre, es la tierra y son sus manos.
El que viaja se incorpora y ES uno con el valle, y es casi imperceptible su mirada en el silencio.
                         

                                                            (Viñales, Pcia. de Pinar del Río. CUBA, una tarde de principios de febrero de 2017)

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