Acomodar, no perder
Estuve pensando; cuando las cosas se complican, me tienta el abandono.
Una tontería, desprecio de lo propio.
¿Debes echar por la borda tanto empeño?
¿Cuál es la medida?
Sentí un alivio momentáneo,
un poco de ligereza en el pensamiento,
un poco de silencio. Luego sobrevino la culpa.
Esta capacidad latente de abandono,
traté de detener sin perder,
detener para observar, acomodar.
Todavía falta.
Hay tantos espacios abiertos en mi
que el deseo se me ausenta por la ventana.
Hay que ser así, de este modo,
si no lo haces siempre, no sos de este group...,
pobre siempre pobre, carenciada, yogui paquera.
Engordar, terror
Papada, terror
Los huesos, dolor
Los pies, no quieren ya cargarme. ¿Y la mente?
Memorias de lo que fui, de lo que nunca voy a ser.
Quiero operarme del super yo.
Mi escritura posee muchos lugares comunes
por ejemplo; los finales
caen abruptamente para cerrar y arrebatan el texto.
Dos días diferentes, dos letras disímiles.
Mi escritura posée la forma del exceso,
la puntuación mal utilizada.
Haber venido al mundo carente de puntos y comas,
ese fue mi diagnóstico
y me dedique a poner pausas de sentido por doquier,
arrebate, recorté, partí, silencie oraciones, palabras y que se yo.
Haber venido al mundo sin puntos y comas,
me coloca de un lado de la demografía.
Tal vez, este es el cuerpo de mi relato,
el único posible. El que me anuncia en mis pies
la densidad de la sangre, de la gravedad.
Un cierre, una reducción, un desequilibrio.
Para hablar del cuerpo hay que hablar de la pobreza.
Acomodar, no abandonar,
así empecé a construir este relato,
el exceso llega por la devaluación,
DES-PRECIO
LA TAREA ES EXISTIR.
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