hiper-baton de mi cuarto

Trataba de salir de los conceptos- hacerlos más aun-.
Se produjo el sueño de bienestar -recostado sueño- con rostro, sonrisa y dirección. Se abrió la boca para decir yo,  eso leía, consumiendo las perpetuidades del ocaso, poniente del cual se sabía que pensar. El descanso debía llegar entre el hombro y el pecho, allí donde psiqué despliega sus alas y sus aberraciones.
Nada conduce tu herida, son eso surcos en los que por momentos se ve reflejada con toda potencia la simbología de un sentir cotidiano que es en acto y no, cuyo unico modo es la irreductible vacuidad.
Llorar, decir deseo, llorar por no poder hacer deseo, porque deseo se ausenta, es rostro en un sueño, es tibieza creada por cavilaciones. Entonces el cuerpo - llanamente- por el suelo -llanamente- por el borde de las cosas y los conceptos, por la continuidad de la piel, por recorridos que trazan trayectos que indícan singularidad...mientras sigue deslizandose ese espacio deseado entre el hombro y el esternón, espacio de tibieza uterina, de calidez de las tardes, de cuerpo sosegado-....
La práctica:  asumimos entrar y salir, no con-fundir-se.
No supimos, nadie supo que decir, un pecho que de la piedra ha heredado la obstinación, el rostro vuelto al sol, a la caída del agua y  la lejanía de las cosas que construyen el sentido de lo inmenso (esa era la herencia de ese pecho abierto). Y aun, siendo de este modo, podemos ver abrirse lo insospechado- del orden de lo sensacional-que sostiene esta imaginación
Ahí está, en el sueño...va sobrevolando las cabezas y sucede...todo es posibilidad, incluso cuando la roca se vuelve roca de insensible inmediatez en la superficie, inpenetrable. Aun cuanto sea posible que aquello nunca haya sido, que todo relato es una existencia, y un arroyo es un charco, un manantial, un recuerdo, un libro, o se seca o ha dejado de estar, que al menos ( lastimeramente como suena al menos) podría ser que despiertes y la piedra que fue esta noche de colchón metamorfoseado sea el lago de cuales aguas conviertas su afluente en tranquila sonrisa, o si quierés en irreverente carcajada, encantada de todo, sabiendo que no, que la luna de tu cuarto es y no es la luna, que descansar al abrigo de la noche que mira desde el umbral, desde el alfeizar de tu ventana de post-guerra, creyendo que allí el tiempo y aquí el tiempo.
La práctica: acá, acá, esto...llanamente, continuar trazando el continuum entre la noche y hacia la danza, esto es, desde los ojos hacia allá, hasta alcanzar otra mirada, de la boca hacia la voz, la que dice yo al abrir la continuidad de un espacio que no es. Final

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