ventanas

Estoy en el colectivo,
con la cabeza reclinada sobre la palma de la mano,
la temperatura de la piel me recuerda que aquella vez,
consideré que era necesario un relato,
había vivido cosas magnificas en aquel lugar con ventanas al mar.
Eramos artistas y bailábamos, cantábamos,
inventábamos historias para encantarlos.
Un compañero contó "La leyenda del tambor",
una escalada hacia la luna;
subí hasta allá.
En sus palabras la noche fue profundamente azul
y la luna inmensamente grande,
clara, flotando, suspendida entre el viento
que empezaba a rozar el cuero.
¿Qué entendiste? Me hablaste de la corriente eléctrica,
dijiste que un cable y otro
-positivo/negativo-
la necesidad de la tierra y la ofensa.
¿Creíste que me estaba burlando?
Quise llevarte hasta la luna como me llevaron a mi.
Entonces te puse esta misma mano,
que ahora sostiene mi cabeza, a serenar tu pecho.
¡No había agravio!
Así deseo contar las noches,
ahora que veo mi obra en otras manos
y es preciso que no importe si fue un poco mía.
Fue significativa porque era de nosotros.
Una ventana de vidrio esmerilado se acerca,
parece un lago nocturno y es poesía en el espacio.
Vive en mi la danza, la poesía
y un relato del espacio que transforma la palabra
en una luna que se acerca hasta mi boca
y la inunda de palabras saciando esta sed por decir
que la belleza anida en la mirada.

Comentarios

  1. Soy el Adrian. Arpini paterno. Babino materno. (Yin y Yang?) Que lindo es volver a leerte! Llegue hasta aqui, hoy. Y este es mi preferido!

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