El yo poético

Pequeños relatos, aunque ella siempre terminara siendo yo queriendo tomar distancia.
Añoro el otoño, me lo recuerda el sonido de las hojas que resecas se han caído.
-¿Cómo estás? Ahora que te observo, estás muy hermoso-
Los pequeños relatos, viento, la mañana, caminando con el presente, entrelazándose lo único, lo inasible con la repitencia; lo posible con lo prisionero; el otoño con el verano.
El otoño ofrece un viento templado con pinceladas de tibieza y el sonido peculiar de las cosas al moverse y rozarse.
Los relatos pequeños transitan durante la noche ficcionando los propios devenires.
Anoche, en la madrugada, miraban por la ventana, una mujer con su hijo, el sopor los había desvelado, los colchones-caldera. Era una noche de febrero y el cielo se estaba iluminando de humedad.
Ellos miraban, a través de las ventanas abiertas, ellos miraban la cortina de agua que comenzaba a caer, el faról de la calle, el árbol de la esquina.
-Mirá la lluvia-
Y el niño fue entregando el cuerpo y la madre acomodándose al niño, y el agua serenando la noche, templando la piel.



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