Hubiera

¡Qué insistencia! Nuevamente vos, detrás de tu apariencia, siempre la misma respuesta.
En tu rostro encuentro una intriga, creo que voy a des-enmascarar-te entonces te beso ya que
afuera el día sostiene.
Estoy segura, podré encontrarte parece que no estamos en un sitio personal¿O sí? Tal vez, lo siento un poco mío, ahora que lo recuerdo estaba mostrándote la vista del lugar, -entonces era un poco mío-.
Subimos la escalera, entramos en un cuarto, te convide a observar. Venías con vigía de tu comportamiento.
Yo me sentía segura, sabía que detrás de ti habrías vos, te pregunté ¿Las ves? ¿Las puntas de los edificios? Se aparecen, son montones, algunas son agujas en perspectiva, las hay más y menos bajas. Predominan los colores de la tierra, marrones, paredes descascaradas, veladuras, un bosque edificado, móvil y superpuesto, capas. Pienso que se trata de eso, de capas. Un movimiento como el de  noventosas máquinas de monedas, cascadas, por la ventana cascada, monumentales en movimiento, ¿Las ves? ¿Estás detrás de ti? 
Casi llegas a la superficie, el vigía sostiene la hora en que no se distingue tu pensamiento y te alerta sobre ti, la acechanza de lo diferente, el peligro de aparecer, como una sucesión de mascaras que revisten la escena, siento que no hay tanto lugar.
Una incomodidad en mi retraso, percibo mi cuerpo en la ansiedad por no estar donde debiera, me espera un tiempo alerta, me pregunto ¿Quién me vigila para que no aparezca tu evanescente sombra? -Creo que vamos armando los pedacitos para decir yo soy-...
Será que necesito olvidar que podría besarte y no diría nada, que me basarías y te irías impertérrito a guardarte a salvo de descubrirte, y será que sostenemos mentiras, falsedades para que no se derrumben, una a una, las capas estructurales que nos susurran...shhhhhhhhhh , nos dicen casi en el viento, sigamos jugando al engaño de los sentidos, lo que se ve es un fondo móvil de edificios empinados hacia el cielo
que se esconden y aparecen; nítidos y borrosos; esmerilados y cristalinos. Lo que está detrás se aparece al frente, creo que es mejor mirar sabiendo que en un rostro una sucesión de miradas van al frente, sin verdad.
Detrás mío, o en simultáneo, en otro cuarto, una imaginación de otro tiempo, no es un recuerdo, es una forma en que imaginé las cosas. El hombre que me esperaba casi me reprendía ¿por la demora?, no lo creo, aunque pudiera ser, tal vez necesité un guardián y por esa razón lo coloco allí, como un hombre que supiera de mi infancia y a su vez ,sentada en su madurez, una infancia a la que no acudí, que me narraba cosas que ignoraré por siempre... sus desvelos. ¿Será que mi propia imposibilidad de acompañar a otro me impide dejar de ver que detrás me escondo la verdad? Pero la verdad cambia, lo que está en el frente ahora desaparece y una nueva perspectiva cambia las formas. Nada es tan cierto, quizás mi casa que me contiene, a la que veo y distingo, con ventanas hacia un afuera impreciso, con escaleras que conducen a cuartos bien delimitados, que resguardan amorosamente las fantasías. 
Estamos paseándote por el pasillo, mostrándote las vistas ofrecidas, te agarro la mano, -siempre áspera- te beso en la boca que tanto me duele y luego...Ya se bien, pero esta vez te vas vos, no quedo olvidada en la calle, tengo mis propios fantasmas y converso con ellos, mi perspectiva. 
Miro tu vigía; al único espacio que pude convidarte es donde la verdad es móvil, en capas e imposible de asir.

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