Hora pupila

Una ilusión, corredores conocidos, un baño sucio de húmedad forma parte del error.
Estábamos casi solos, casi en penumbras, casi cerrado o a punto de abrir.
Afuera estaba la playa, no había mar, había la playa,
la sensación de la playa andaba como en el barrio,
con la luz de las lámparas que cuelgan de la calle,
la luz cuando se va la luz.
Allí mismo, bailaban salvajes cuerpos-pájaros-amarillos
jóvenes desesperadas de piel con trajes de murga, lentejuelas y plumas;
la playa en la boca desnuda de playa.

Un corredor conocido, cuerpo puesto en la coreografía sin fondo de mar.
¿O no lo veía? ¿Dónde estaba?
¿Había prisa? ¿Había un destino?

Yendo por un camino cierto, transita el cuerpo certero;
pasaban como en una escena los cuerpos danzantes agrupados a la espera de una dirección de movimiento, sudando sus particulares modos de salirse de si.
Una piba brillante de ojos negros como la profundidad de un espejo,
estallaba en la noche con su amarillo refulgir de sudor y traje.

Pero el cielo si era de playa, era todo noche envolviéndome,
sentí la brisa fresca, nocturna de la profundidad perdida del azul.

Un cuarto creciente de luna bordeada de naranja en el manto azul;
el naranja es del fuego, y el pecho se me inflamó de apocalipsis.
Mejor cerrar los ojos como el hombre sencillo que adelante contempla el movimiento,
¡qué va a estallar la luna de fuego y no debo mirarla! cierro la mirada a la profundidad
del espacio nocturno que se abre hacia dentro, y percibo antes,
una brisa templada que me acaricia el rostro.

Estalla la luna encendida, y la ve mi piel bordeada de noche, y hacia dentro
en los confines de mi cuerpo,
siento mi piel, siento los ojos que se inundan de lo que ven y se cierran
en una recomendación;
siento una explosión que no destruye;
siento la inmensidad de sentir lo que nunca se ha sentido,
siento los huesos, el esternón, el vínculo con la piel,
siento una inmensidad en esta parte, de lado a lado de mis clavículas,
en la forma que termina en mis senos,
siento que adentro de mi está el hueco de la noche que se llena de fuego,
de un estallido sideral que lo cambia todo para siempre.
¡Es un segundo!, ¡Es muy poco tiempo!.
Lo que vi rehuye a las palabras, debía ser visto.
Lo que vi con mis ojos fue un cuarto creciente de oscuridad
y una luna estallada de fuego.
Todo superficie lunar con esquirlas de papel quemado divagando en fondo negro,
tan cerca de mi cuerpo ¡Qué inconcebible!.
Fui mínima ante esa visión. En un instante todo,
absolutamente todo, quedó colgando del fuego de una explosión.


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